Hypatia é considerada a última cientista pagã |
¿Qué imagen te viene a la mente cuando piensas en una persona dedicada a la ciencia? Tal vez -sobre todo si eres millennial- pienses en personajes como Dexter, el profesor Utonio o, en general, el Doc en la película Volver al Futuro. Pero, ¿podrías pensar en alguna mujer científica? En la cultura popular también hay algunas aunque ciertamente distan del estereotipo del varón que usa siempre bata blanca, como Bulma de Dragon Ball Z, la Dulce Princesa de Hora de Aventura o incluso Arenita en Bob Esponja.
Y tal vez en la secundaria nos hablaron de Marie Curie, pero el resto de científicos e inventores que podrían venir a nuestra mente serán en su mayoría hombres, pues la invisibilización de las mujeres en el campo de la ciencia ha sido sistemática. De hecho, a la misma Marie Curie no se le reconoció hasta que su propio esposo pidió que dejaran de darle los créditos de ella.
El 11 de febrero de 2015 fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como el Día Internacional de la Mujer y la Niña y la Ciencia, y desde entonces, se han realizado esfuerzos desde distintas instituciones para colaborar a la visibilización de las mujeres en la ciencia.
Tal como lo dice la ONU, esta fecha se proclama porque “la brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas persiste desde hace años en todo el mundo. A pesar de que la participación de las mujeres en las carreras de grado superior ha aumentado enormemente, están todavía insuficientemente representadas en estos campos”.
Este año en Puebla, El Taller AC ofreció una charla-taller sobre el tema. Ahí se habló brevemente de la historia de las mujeres en la ciencia y los estereotipos que persisten, así como los esfuerzos para que las niñas consideren las ramas de la ciencia y tecnología como una opción de vida.
¿Cuántas mujeres hubo en la historia de la ciencia?
Rubí Cervantes, psicóloga e integrante de El Taller AC, explicó durante la charla que a lo largo de la historia la aportación de las mujeres en la ciencia es innumerable, sin embargo la información es escasa pues han sido deliberadamente borradas o simplemente ignoradas.
Además, en distintas épocas y lugares, el acceso de las mujeres a la educación fue imposible. Algunas mujeres lograban entrar sólo por cuestión de privilegios socioeconómicos y algunas otras lo lograron al hacerse pasar por varones. Incluso en algunos lugares estuvo prohibida la admisión de mujeres en centros de educación superior, como en la Universidad de Bolonia, Italia, donde en un decreto de 1377 se establecía lo siguiente:
“Ya que la mujer es la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y de la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta, en esta universidad”.
En una de sus investigaciones Alicia Itatí Palermo, socióloga, investigadora de la Universidad Nacional de Luján (Argentina), autora de diversos artículos y libros sobre género y doctora en Educación y Filosofía, señala que en casi todos los países las primeras universitarias fueron médicas, tal vez porque -de acuerdo con otros autores- “el impulso a la medicina parecía natural en las mujeres, tan natural como la enseñanza, pues las esposas y madres eran en el siglo XIX, como lo habían sido siempre, las supervisoras de la salud y las enfermeras en el hogar”.
En ese sentido, Rubí Cervantes consideró que las brujas pudieron ser mujeres científicas por su conocimiento sobre sanación, aunque el estereotipo de las brujas en la cultura popular no las muestra como mujeres sabias, sino como malvadas que comen niños.
En una investigación que data de los años 70, las autoras feministas Barbara Ehrenreich y Deirdre English escribieron: “Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija. La gente del pueblo las llamaba ‘mujeres sabias’, aunque para las autoridades eran brujas o charlatanas”.
Las mujeres científicas más antiguas
¿Sabes quién inventó el baño maría? Pues justo se llama así porque su inventora fue una mujer conocida como María la Hebrea, que vivió entre el siglo I y II de nuestra era en Alejandría, Egipto.
Contrario a lo primero que podría pensarse, María no era una entusiasta de la cocina sino una importante alquimista. Así la describe Margaret Alic en su libro sobre la historia de las mujeres en la ciencia:
“Las bases teóricas y prácticas de la alquimia occidental, y por lo tanto de la química moderna, se deben a María la Hebrea. Aunque sus teorías habían de tener influencia, fue ante todo una inventora de complicados aparatos de laboratorio para la destilación y la sublimación. Después de casi 2 mil años, su balneum mariae sigue siendo una pieza esencial en el laboratorio”.
El trabajo de María la Hebrea es tal vez el más antiguo que se ha documentado. Y no es que ella fuera la única mujer alquimista de esa época -se sabe, por ejemplo, de otra que firmaba como Cleopatra- pero sí es de las únicas de las que se tienen indicios documentados.
Hipatia fue la primera mujer científica cuya vida está bien documentada. Vivió aproximadamente entre el año 370 y 416 de nuestra era en Alejandría, Egipto. Ella fue una filósofa y maestra neoplatónica griega que destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía.
Margaret Alic coincide en que Hipatia es considerada la última científica pagana y con su asesinato, probablemente ordenado por un líder de la fe católica, llegó la época del oscurantismo.
El efecto Matilda
A lo largo de la historia también hay muchos casos en los que el crédito del trabajo de mujeres en la ciencia ha sido arrebatado por un colega varón. A esto se le llama Efecto Matilda.
La socióloga Uxune Martinez Mazaga explica en un artículo sobre mujeres, ciencia y discriminación, que el efecto Matilda tiene una historia irónica y para hablar de esto, es necesario contar sobre el Efecto Mateo.
El Efecto Mateo hace referencia a un fenómeno en que las investigaciones de científicos jóvenes, o no tan conocidos para la comunidad científica y la sociedad en general, aunque sean mejores que las de sus compañeros ya consagrados, reciben menor cantidad de menciones e incluso pueden quedar permanentemente a la sombra de los más famosos.
La ironía está en que Robert K. Merton, sociólogo que dio a conocer el efecto Mateo en los años 60, se basó en el trabajo de Harriet Zuckerman, una mujer investigadora, pero se negó a reconocer públicamente el trabajo de ella.
Más de 20 años después, en los 90, la historiadora Margaret W. Rossiter sacó a la luz lo ocurrido en el transcurso de la definición del efecto Mateo para explicar la discriminación sistemática que ha sufrido la mujer en el ámbito de la ciencia.
“Margaret W. Rossiter definió el olvido consciente y sistemático que habían sufrido las aportaciones de las mujeres científicas e investigadoras haciendo honor al nombre de Harriet Zuckerman y al de la activista en pro de los derechos de las mujeres, Matilda Joslyn Gage, quien fue la primera en hacerse eco de este hecho. De esta manera, la discriminación que han sufrido las mujeres en la ciencia ha sido conocida desde 1993 gracias a Margaret W. Rossiter con el nombre de efecto Harriet/Matilda (aunque hoy en día se conozca como el efecto Matilda)”.
Algunas mujeres científicas que fueron víctimas del efecto Matilda:
Jocelyn Bell Burnell: Astrofísica irlandesa que descubrió la radioseñal de un púlsar mientras realizaba su tesis doctoral en el equipo del astrofísico Tony Hewish, pero fue este quien recibió el premio Nobel.
Lise Meitner: Fue una física que explicó el fenómeno de la fisión nuclear, pero fue su colega Otto Hahn quien se llevó el crédito por eso y también un premio Nobel.
La visibilización en las aulas de las mujeres en la ciencia
—La ciencia es experimentación, creatividad, algo que las niñas hacen pero que no relacionan con la ciencia, ni como una posibilidad para su futuro —dijo Rubí Cervantes durante su plática, especialmente dirigida a las niñas.
Aunque actualmente las mujeres en la ciencia son muchas, continúan sin tener tanta visibilidad como los hombres.
Datos de la UNESCO reportan que 45.2% de las personas que realizan investigación en ciencia y tecnología en América Latina y el Caribe es mujer, porcentaje que supera a la media de otras regiones del mundo (Oceanía 39,2%, África 34,5%, Europa 34%, Asia 18,9%).
Sin embargo, el observatorio de Igualdad de género de América Latina y el Caribe afirma que, a pesar de que esta cifra parece muy prometedora en la región, las mujeres aún se concentran en disciplinas relacionadas con roles culturalmente asignados a mujeres y están sub-representadas en las ingenierías y ciencias exactas.
Ejemplo de esto es que las mujeres en el área de físico matemáticas y ciencias de la tierra adscritas al Sistema Nacional de Investigadores representan apenas el 17%.
Rubí Cervantes asegura que la visibilización de las mujeres como inventoras o científicas, desde las escuelas y, en general, como modelos a seguir es muy importante para destruir estereotipos y aumentar la participación de las mujeres en la ciencia.
Fonte: Lado B
Fonte: Lado B
3 comentários:
Bom dia
Pode por favor informar de quem é a autoria deste artigo?
Muito obrigada
Margarida Lopes. Habitualmente coloco as fontes. Uma pequena errata, portanto. Aqui está o artigo original
https://ladobe.com.mx/2018/02/brujas-sabias-cientificas-la-historia-las-mujeres-la-ciencia/
Obrigado
Até breve
Sim, acontece.
Muito grata
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